Las harinas integrales conservan todos sus nutrientes y propiedades, ya que se obtienen a partir de la molienda del grano entero o semilla. Contienen más fibra, vitaminas y minerales. Y son altas en proteína, lo que son perfectas para las dietas sin gluten porque le dan estructura y consistencia a las masas.
Las más conocidas son: la harina de avena, la harina de mijo integral, la harina de trigo sarraceno o alforfón , la harina de teff, la harina de arroz integral y la harina de quinoa. Todas ellas provienen de cereales, menos el trigo sarraceno y la quinoa, que son un pseudocereal.
Pueden mezclarse con otras harinas sin gluten en una proporción adecuada para su uso en panadería y para recetas de repostería, pasta, salsas, ya que por si solas no son harinas panificables, y aunque le dan cuerpo a la masa, al no tener gluten, les faltaría esponjosidad y elasticidad.
CUÁLES SON SUS PROPIEDADES?
- Mejoran nuestro sistema inmunológico y nos ayuda a combatir alergias al ser más ricas en nutrientes, vitaminas y minerales.
- Tienen propiedades antioxidantes que ralentizan el envejecimiento del organismo.
- Sus ácidos grasos y la fibra nos ayudan a mantener unos óptimos niveles de colesterol, un corazón más sano y a controlar la obesidad.
- Son de fácil digestión ya que regulan la función intestinal, mejorando la absorción de nutrientes y evitando el estreñimiento.
- Mantiene estables los niveles de glucosa en sangre, por lo que se recomiendan a los diabéticos.
- Son ideales para deportistas o en dietas de adelgazamiento, ya que nos aportan carbohidratos de absorción lenta y eso libera la energía gradualmente. Al ser de absorción lenta también producen mayor sensación de saciedad.